"Lo que me gusta de Alejandro Magno no son sus campañas, de las que no podemos formar un claro concepto, sino su arte de política. A los 33 años dejó un imperio inmenso y bien organizado, que sus generales se repartieron luego. Había logrado aprender el arte de granjearse la estima de los pueblos a los que había vencido. Tuvo razón en mandar asesinar al tonto de Parmenio, que le echaba en cara su abandono a las costumbres griegas. Su visita a Amón constituye una hazaña política; se ganó a Egipto de esta manera. Si yo hubiese permanecido en Oriente, me hubiera ido de peregrinación a La Meca, me habría arrodillado y hubiera hechos mis rogativas. Pero sólo habría hecho todo esto si hubiese valido la pena”
Napoleón Bonaparte (1769-1821) Carta al general Gourgaud
Su figura, su poder, su imperio todo ha cautivado tanto a los historiadores como escritores, he incluso en esto último años a Hollywood, contando la Historia de uno de los más grandes generales griegos, que ha querido ser imitado por todos los Imperios, y que llaga ha ser considerado no sólo un rey griego sino que un Sha, líder y dueño de todo el oriente.
Alejandro III, hijo de Filipo, rey de Macedonia, sólo vivió 33 años -entre 356 y el 323 a.C.-, pero su huella ha permanecido inamovible en la memoria de los hombres. Conquistador del imperio Aqueménida fundado por Ciro el Grande, vencedor de Darío III, primer europeo que bañó sus pies en el Indo y estratega genial, su figura no se hubiera hecho tan legendaria de no verse orlada por unas dotes personales casi sobrehumanas y un espíritu que albergaba una sed de conocimientos y un afán de aventura imposible de saciar. Sin esas condiciones, jamás hubiera podido apoderarse en apenas ocho años de una extensión de más de 10 millones de Km2.
Su proeza más famosa de Alejandro Magno fue la conquista de Persia, que todo el mundo conoce, sin embargo, casi nadie conoce la mayor y más difícil campaña militar, “la marcha a través del desierto de Gedrosia, que culminó con un auténtico momento estelar de liderazgo. Esta travesía a través del desierto fue la prueba más dura que tubo que sufrir el ejército, ya que de los 40.000 hombres que siguieron a Alejandro Magno a través del desierto, a penas salieron 15.000 hombres inseguros, y anímicamente rotos entraron en Kermán”. Con esto se nos plantea una pregunta muy importante, ¿cuáles eran lasa razones de Alejandro Magno para esta empresa?, la respuesta parece ser muy sencilla, pero nos lleva a preguntarnos sobre la misma naturaleza del hombre, la que lo lleva no sólo ha recorrer miles de quilómetros por lugares inhóspitos sino que además a luchar contra enemigos que representan una amenaza latente por su poderío. Es asó como el poder y la sed de gloria pasan al lado cuando comprendemos que el conflicto con el oriente lleva varias generaciones de muertos y que el poder de los Sha, es tan grande que si toma desprevenidos a los griegos puede acabar con ellos, en otras palabras el motivo mayor de todo esto, es el deseo de seguridad, el que hace que se movilicen los ejércitos y se unan los distintos pueblos griegos bajo una sola causa, que es la de eliminar al enemigo más fuerte, deseo que se encuentra de tras del poder y la gloria, y que en tiempos de Alejandro Magno estaban a la luz, y se hacían de manera abierta.
Fuera de esto, la mentalidad griega del periodo, gusta del héroe homérico que pede contra cualquier adversidad, y triunfa por el deseo de los dioses, por lo cual el desierto de Gedrosia, se presentaba como una aventura gloriosa, como la culminación de la vida, como la posibilidad de una muerte gloriosa, en definitiva, como un desafío heroico donde poder conseguir la inmortalidad (recordar aquí que la inmortalidad era el sumun del héroe homérico, y Homero era la lectura preferida de Alejandro).
Ahora iremos desglosando las victorias de Alejandro y buscando las razones por las cuales fue tan trascendente para el la Conquista del oriente.
Alejandro se embarcara en tan peligrosa empresa, la confirmación de la seguridad, que la entendemos la adquisición del poder absoluto y la supresión de todo probable contrincante, y para reconocer esta situación debemos retroceder a las primeras batallas, después de la muerte de su padre, Alejandro aún muy joven, tuvo que hacer frente a un grupo de cortesanos que no eran partidarios del nuevo rey. Actuó sin condescendencia, eliminando a los especialmente peligrosos como Atalo, tío de la esposa macedonia de Filipo, o su primo Amintas. Lo que vemos, es que esto sucede tanto para las relaciones de poder internas como externas de naciones. Obtiene la victoria al ser apoyado por los militares fieles a él, por el apoyo fundamental de su madre, una vez sofocados los problemas sucesorios, Alejandro se dispone primero a fortalecer la frontera norte, donde unos bárbaros procedentes de Centroeuropa amenazaban la integridad territorial del reino macedonio. A pesar del mayor número de las tropas enemigas, Alejandro acabó con ellos de manera fácil, poniendo de manifiesto su valentía y su capacidad estratégica.
Pero, dentro de los juegos del poder impera sólo la ley de más fuerte que deja a la diplomacia como un discurso obsoleto, y transforma los intereses en movimientos militares, es así como los griegos al apreciar en la muerte de Filipo una oportunidad para deshacerse del yugo macedonio, erigieron una rebelión con cabeza en Tebas, que buscaba aprovechar que el heredero al trono macedonio era un joven e inexperto príncipe. Alejandro se dispuso a hacer frente a los opositores, poniendo en marcha una campaña contra Tebas, arrasando la ciudad, y Atenas. Lo que deja a los 20 años, un Alejandro que ostentaba los cargos que anteriormente eran de su padre: Comandante Supremo de la Liga Helénica, Comandante en Jefe de la Liga de Corinto y Presidente de la Liga Tesalia. De esta manera se ponía de manifiesto que el joven rey era el dueño absoluto de Grecia, continuando la política expansionista de su padre, de quien heredó la inteligencia política y la energía. Con la consolidación de su poder, o sea, de la seguridad interna, otro enemigo, que no tan sólo lo presionaba con su energía e influencia a él, sino que el reinado macedonio.
La fuerza bélica es el elemento fundamental en el momento de decidir cuando los intereses se transforman en posibilidades, y después de la rebelión, las tropas estaban dispuestas para la lucha, nos referimos a las temidas falanges macedonias, constituidas por aguerridos y fieros combatientes en formación compacta, armados con lanzas de casi cinco metros, la poderosa caballería y los contingentes de tropas auxiliares estaban preparados para ponerse a disposición de su rey, que iría al frente de ellas, participando en la batalla como un combatiente más.
El siguiente objetivo del rey macedonio es la conquista de Asia, teniendo en los persas a un enemigo histórico. El proyecto ya estaba en la mente de Filipo, quien había establecido posiciones en los territorios de la Tracia y el norte del mar Egeo, excelentes puntos de partida para futuras expediciones. Alejandro cogió el testigo y convenció a las demás ciudades helénicas de los beneficios de la empresa asiática, dotando la campaña de un significativo panhelenismo.
Fuera de las razones puramente políticas la conquista de los territorios del Imperio Persa solventaría buena parte de los problemas de la población helena, a la vez que se vengarían las afrentas sufridas a manos de los persas en el siglo V a.C. Con lo cual vemos que las razones económicas y pasionales también afectan las decisiones militares, los intereses de Alejandro no eran tan sólo el poder (como riqueza) y la gloria, tantas veces mencionada, sino que cosas menos racionales como la venganza guían no tan sólo sus decisiones, sino que también el deseo de su ejecito.
En la primavera de 334 a.C. Alejandro salió de la ciudad de Pella, capital de Macedonia, y durante once años se dedicará a conquistar todas las regiones de Asia, una de las empresas más complicadas de la Historia Antigua. Antípatro queda como regente de Macedonia, provocando una manifiesta tensión con Olimpia.
El ejército de Alejandro estaba constituido por unos 19.000 infantes y 4.000 jinetes, a los que debemos sumar 7.000 arqueros y 900 unidades de tropas auxiliares. El Imperio Persa contaba con un ejército infinitamente superior; unos 50.000 mercenarios griegos y más de 30.000 soldados procedentes de las levas, junto a la famosa guardia personal del rey, llamados los diez mil inmortales, y las tribus de las montañas. Las provincias imperiales más alejadas estaban controladas por puestos fortificados y los recursos imperiales eran casi ilimitados, producto del ajustado engranaje de la maquinaria política y administrativa persa.
A pesar de las contundentes diferencias, Alejandro obtendrá la victoria.
Las tropas helénicas llegaron a Asia Menor con la confianza de contar con la ayuda de las ciudades griegas ocupadas por los persas desde hacia bastante tiempo. Sin embargo, en estas ciudades se había producido una significativa prosperidad económica que era amenazaba con la llegada de las tropas de Alejandro. Esta es la razón por la que en ciudades como Mileto o Halicarnaso el monarca helénico se encontró con una encarnecida resistencia hasta su definitivo sometimiento.
La primera victoria sobre los persas tuvo lugar en la batalla de Gránico, en el mes de junio de 334. Alejandro obtenía además una importante victoria moral y el apoyo de algunas ciudades griegas de Asia. La campaña no había hecho nada más que empezar.
Es así como no sólo aspectos externos al mismo Alejandro como los que hemos mencionado afectaron su decisión invadir Persia, sino que también la influencia de su madre por el destino que los dioses del tenían preparado, además de la educación con la cual fue entrenado, esta fue la esmerada educación de un príncipe heredero, bajo las órdenes de un preceptor sin igual, el famoso filósofo macedonio, Aristóteles (384-322 a.C.) hijo del médico del padre de Alejandro, que de joven fue educado en Atenas, donde fue alumno de Isócrates y de Platón. Puso mucho afán en estudiar: Matemáticas, filosofía, política, historia, ética, literatura (era conocida su faceta poética y que con la expansión territorial que durante su vida creó, también expansionó la cultura helénica), geografía, medicina y sus materias favoritas, el arte de la guerra y el atletismo- en su tiempo de adolescente era conocido por ser un gran atleta-. Quería seguir los pasos de las leyendas de grandes héroes del mundo helénico como era seguir la figura de su padre Filipo (Philippos). Según historiadores y escritores de su época, Alejandro Magno tenía un carácter muy fuerte, serio, ambicioso, testarudo, descarado, hábil y audaz; quiso siempre imponer su voluntad sin dejarse dominar por conspiradores y por la gente que no le quería. Además de ser un viajero nato que amaba tanto las aventuras como a las mujeres y que por ello, también era muy conocido. Hacia el 329 a C su carácter empieza a cambiar considerablemente. Tal vez, llevado por el cansancio y el estrés; el estar lejos de su patria, el estar siempre de guerra y conquistando territorios sin pausa. Según los estudiosos sobre Alejandro Magno, consideraron que fue entonces cuando empezó a sufrir problemas de razonamiento que le llevaba incluso a estar siempre irritado o mismamente a llegar a librarse de todo aquel que se interponía en su camino.
El triste final de Alejandro Magno llegaría el día 13 de junio del 323 a.C., cuando muere en Babilonia por la picada de un mosquito que le contagió de Paludismo unos días antes durante una fiesta. Cuando regresaba de su expedición al valle del Indo (próximo al Himalaya), cayó gravemente enfermo con fiebre alta; pocas horas después moriría. Su cuerpo sin vida fue trasladado en una gran carroza hasta Alejandría (Egipto) donde fue enterrado con todos los honores de un gran rey. Desde el año 333 a.C. hasta la fecha de su fallecimiento, pasaron diez años en que no pudo pisar su tierra natal, siempre de campaña. En Macedonia le sucedió en el trono Filipos Arrideo, un hijo ilegitimo de su padre y que reinó hasta el año 317 con la ayuda de su sobrino Alejandro IV. Fue asesinado por su cuñada Olimpia, madre de Alejandro Magno. En el poder le sucedieron sus generales: Seleuc, Antígon, Ptolomeu, Casandro y Lisímac. En vida llegó a crear unas 70 ciudades, destacando su favorita, Alejandría; unificaría la moneda y el comercio y abriría nuevas rutas y carreteras; crearía canales para el riego de la agricultura de su imperio y extendió sus territorios hacia Oriente, creando un gran imperio poderoso.
Lo cual nos demuestra que la persecución del poder absoluto sólo trae la desgracia absoluta, finalmente el poder consume al poderoso, en la búsqueda de mantener y aumentar dicho poder. El disfrute que finalmente Alejandro tuvo de sus conquistas y riquezas sólo fue disfrutado por los habitantes de Grecia, ya que para Alejandro sólo llego el descanso cuando su cuerpo viajaba hasta el Eliseo.
Las motivaciones de Alejandro nos son solamente una cosa de poder y gloria como he visto mencionado en muchos trabajos sobre el tema, sino que va más allá, es una cosa personal, cultural, intelectual, que nos lleva hasta los mismos deseos de este por igualar la imagen de los Héroes que le rondaban por la cabeza, y la grandeza que necesitaba para transformarse en algo más grande que ser líder de los griegos, ser el protector del Mundo.
27 de Noviembre de 2006.-
Bibliografía:
- Charles L. Redman “Los Origenes de la Civilización” Editorial Crítica. Barcelona, España. 1990.
- Antonio Tovar “Historia del antiguo Oriente” Editorial Montaner y Simón. Barcelona, España. 1963.
- Alvar, Jaime o Blázquez, José María “Alejandro Magno: hombre y mito” Editorial Actas, Madrid, España, 2000.
- Plutarco. “Vidas paralelas” Serie Biblioteca Clásica Gredos, Edición Gredos, Madrid. España, 1996.
Webliografía:
- http://ar.geocities.com/cayocesarcaligula/Clasicos_Grecolatinos/plutarco.htm
- http://www.artehistoria.com/frames.htm?http://www.artehistoria.com/historia/personajes/4186.htm
- http://fnino.eresmas.com/
- http://html.rincondelvago.com/alejandro-magno.html
El panhelenismo es un movimiento cuya meta es crear un "Gran Estado heleno" concebido como una unidad política, es decir, un Estado que una a todas las naciones que, en su totalidad o en su mayoría, estén habitadas por pueblos de lengua y etnia griegas. Ya desde la antigüedad hubo figuras que apoyaron el ideal panhelénico, en un momento en que, si bien había cierto sentimiento de unidad frente a enemigos comunes, cada región dependía de polis a menudo enfrentadas entre sí en guerras intestinas. Tales fueron los casos de Isócrates, Filipo II y Alejandro Magno.
Etiquetas: Historia Universal